martes, 6 de marzo de 2012

Que nunca se diga que la abandoné.

Y mirar desde el cristal sabiendo que el corazón se le detiene por momentos y que no es sino un doloroso adelanto de lo que está por venir.
Escribir con el corazón en un puño, encogido, endolorido. Noto como se escapa su vida sin que yo pueda evitarlo. ¿Quién iba a pensarlo? Tan joven, tan viva. ¿Y ahora qué? Su cuerpo se debilita, su partida cada vez está más perdida, "ya no hay solución" se repiten, me niego a creerlo, no puedo, no debo. Hoy es el día.
"Ya estás a salvo pequeña, ya tienes un corazón, este es viejo pero fuerte, disfrútalo." Escribo en un papel antes de que entre al quirófano.
"¿Mi esposa se sanará?" Pregunto a los médicos una, otra y otra vez. "Esperemos que sí, nada es seguro" Hallo como respuesta.
 Mejor intentarlo, que nunca se diga que la abandoné.
Ahora mi corazón latirá por los dos.